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domingo, 3 de abril de 2016

MIEDO A LA INFORMÁTICA.


Un amigo me comentaba como hace ya muchos años realizó un pequeño programa para Excel (macro) con el fin de facilitar ciertas tareas en la oficina en la que trabajaba.

Todos los meses había que tomar unos listados de facturas ordenados por la fecha de pago, y cotejarlo con otro listado ordenado por número de factura, punteando las facturas una por una, luego había que agruparlas por clientes para finalmente sumar los subtotales y los totales. Además había distintas series de facturas y todo ello había que hacerlo para cada una de ellas.

El programa de mi amigo ordenaba las facturas por el criterio deseado, las agrupaba y sumaba los totales y subtotales en menos de cinco segundos. La tarea se realizaba manualmente cada mes en varias horas.

Después de enseñar su idea en la oficina y proponer usarla para optimizar el tiempo, uno de los mayores y que más peso tenía en la toma de decisiones, le preguntó que cómo podía estar seguro de que aquello funcionaba y no se equivocaba y se "comía" alguna factura o hicía alguna cuenta mal.

Mi amigo que contaba esto con una mezcla de incredulidad y desesperación. Me decía "me daban ganas de responderle ¿cómo sabes tú que tu calculadora no se equivoca cuando sumas 1.357,89 +25.897,45? Lo que pasa es que en el fondo estaba mostrando su desconfianza sobre mí y mi capacidad".

Mi amigo propuso hacer una prueba con el listado del mes pasado, para ver si el programa funcionaba correctamente o no. Efectivamente funcionó, pero aún así, aquel señor mayor se negó en utilizar un método que decía le creaba desconfianza, "si el programa se equivoca no nos enteramos", decía convencido. Aquel señor mayor, por cierto, no tenía ni idea de informática, no sabía ni sus principios ni su funcionamiento para poder ponerlo en duda. Estamos hablando de los años 90, cuando la informática ya estaba plenamente implantada, aunque no tan desarrollada como hoy. Aquel señor, según me refería mi amigo, podía acepar el uso de la informática, y con reticencias, si provenía de una empresa especializada, dedicada a ello, pero no de un pipiolo de su misma oficina al que doblaba la edad y que decía saber de informática.

"Pues nada, a puntear hora tras hora todos los meses", me decía mi amigo, "que tarde o temprano se jubilará y el miedo a la informática se irá con él, espero."

Por Pólux.


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