¡Qué fácil es echarle la culpa a los demás! Es uno de los recursos que más usamos todos por dos motivos principalmente: para no tener que afrontar nuestra responsabilidad o para encontrar una causa a aquello negativo que nos sucede. Damos por supuesto que nosotros mismos no podemos ser la causa de nuestra negatividad. Admitirlo implica demasiado: hacer un acto de reconocimiento al que no solemos estar acostumbrados, cambiar de nosotros aquello que nos produce la negatividad... Hacer un verdadero esfuerzo, casi nada.
Es mucho más fácil encontrar las causas a nuestros males fuera de nosotros. Si así nos lo dice un vidente o un psicólogo lo aceptamos y nos ratificamos en nuestra idea, pero si ese mismo vidente o psicólogo nos dice que nosotros mismos somos la causa, le repudiamos y consideramos que es una mal profesional. ¿Les parece que exagero? Pues a montones conozco personas así, y hasta tal vez yo sea una de ellas.
El trabajo, el jefe, el vecino, el cuñado, el psicólogo, o una medicina, un automóvil, una noticia, un mal gesto..., veinte mil cosas son causas posibles de mis males, porque la causa de ellos puede serlo absolutamente todo menos yo.
Por Pólux.
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