Hay quien entiende los bienes públicos como ajenos, y así, como muestra de nuestra exquisita educación, en nada nos importa maltratar lo ajeno.
Un ejemplo muy simple. Hay personas que en los trenes, especialmente los de cercanías, cuando no va nadie sentado enfrente, utilizan ese asiento para apoyar los pies, generalmente poniendo sobre él las suelas de los zapatos. He visto asientos sucios hasta el punto de no poder ser utilizados. Como no son nuestros... Pura falta de educación y respeto.
Porque lo público es de todos. Lo que uso, aún no siendo de mi propiedad, es un beneficio para mí, y si alguien lo estropea, quien no va a poder usarlo y beneficiarse de ello soy yo. Pero qué difícil parece ser que eso nos entre en la cabecita. Ensuciando asientos, como en el ejemplo, sólo nos perjudicamos nosotros mismos.
Igual sucede cuanto tiramos basura en las calles, o hacemos pintadas de mal gusto. Ello demuestra nuestro civismo y nuestra capacidad para cuidar el entorno. La única conclusión a la que llego es que somos como cerditos a los que les gusta moverse entre la porquería. Gracias a dios no todos somos así, pero lo sufrimos con si lo fuésemos.
En fin, si va a ser verdad eso de que tenemos lo que nos merecemos, porque generalmente nadie denuncia ni increpa a quien actúa así, como un cerdito, aunque en descargo de quienes no lo hacemos, diré que tememos que dada la mala educación manifiesta puedan por la misma razón mordernos y acabemos peor.
Es lo que hay.
Por Pólux.
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