Las ideas y los intereses no siempre coinciden. La política es, desgraciadamente, un claro ejemplo. Intereses ajenos a las ideas en las que creemos pervierten éstas, imponiéndose por encima de ellas. Intereses económicos, electoralistas, particulares y de otras índoles, principalmente intereses encaminados a mantener el poder, acaban por imponerse. Y es que el poder parece ser muy atractivo y adictivo.
No tendría por qué ser así, no está en la naturaleza de lo político el serlo, pero sí en la naturaleza del hombre que se vale de ello. La política, como la pólvora, no es ni buena ni mala, lo será el uso que de ella hagamos.
Por Cástor y Pólux.
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