LA POLICÍA LOCAL DE SEVILLA, EN ENTREDICHO.
Por Hermes (15-06-2013).
En DIARIO DE
SEVILLA del día 8 de mayo de 2013 aparece la noticia de que la
Asociación de vecinos "Los Andes", del barrio sevillano de
Heliópolis, ha instado al Consistorio a la adopción de medidas ante los actos
vandálicos acaecidos durante los últimos partidos que el Betis ha jugado en su
estadio. Pero, para sorpresa de la Asociación, dichas medidas han consistido en
la actuación de la policía local "desalojando
bares y comercios, cerrando y precintando varios de ellos, imponiendo multas,
zarandeos y gritos, todo ello sin explicar los motivos de semejante actuación,
ni las leyes o normas que pudieran estar siendo infringidas". El hecho
en sí es preocupante; y lo es por un doble motivo: por un lado por la propia
inseguridad ciudadana, en una capital con alto índice de delincuencia y, por
otro, por la controvertida actuación, una vez más, de su Policía. De nuevo, el
cuerpo de seguridad del Ayuntamiento de Sevilla vuelve a estar en entredicho,
como ya lo estuvo el mes de abril, cuando en el informe del Defensor del
Ciudadano, José Barranca, aseguraba que "con
más frecuencia de la deseada"
recibe por parte de los sevillanos "quejas
por trato inadecuado" de algunos agentes de ese cuerpo motivada por la
"falta de formación y de desarrollo
de otras habilidades". Pero el colmo del despropósito en estos
funcionarios, su carencia de tacto y el desatino en su manera de actuar, vuelve
a aparecer ahora a través de una foto -poco afortunada- en la que dos agentes
de la policía local hispalense aparecen ufanos mostrando, sin ningún tipo de
recato, un enorme fajo de multas impuestas durante la pasada feria de Abril en
la que uno de ellos hace exultante el signo de la victoria. El cumplimiento del
deber de estos empleados públicos está fuera de toda duda cuando, de manera
merecida, sancionan a un conductor por una infracción de tráfico, lo cual desde
luego no tiene discusión. Lo que no es de recibo es que estos servidores del
orden, en vez de actuar con discreción en el cumplimiento de sus obligaciones, se
burlen y mofen del hecho punitivo en sí, mostrando una enorme falta de
principios morales al, prácticamente, reírse de aquellos que han tenido la
desdicha de encontrarse en su camino. Realmente, no sé si son más acertadas las
palabras del propio alcalde, Sr. Zoido, considerando el hecho como "una falta de respeto a los sevillanos", o el calificativo del delegado de
Seguridad del Ayuntamiento, Demetrio Cabello, tildando el episodio de "vergonzoso" y "deleznable".
Las acciones reseñadas son recientes, pero mucho antes sucedieron otras
también protagonizados por el mismo colectivo: "Multas a golpe de venganza a coches oficiales de policía
nacional" (ver ABC de 13 de enero de 2011) por detención de
estos últimos a agentes locales, hecho que en su momento fue denunciado por la
Unión Federal de Policía -Nacional- (UFP) que exponía su malestar como
consecuencia de multar a coches patrulla de la propia policía nacional actuando
los municipales "ocultos y prevaliéndose de los medios técnicos que los ciudadanos
proporcionan para su labor de protección". Realización de la jornada
laboral portando patéticas mascarillas como medio de protesta en vez de
negociar delante de una mesa las diferencias entre ellos y el Ayuntamiento.
Acampada con tiendas de campaña en la Plaza Nueva en una imagen más que tercer
mundista. Huelgas veladas de bolígrafos caídos. Malos modos y formas con la
ciudadanía. Insólito exceso de celo, hace años, cuando la grúa municipal quiso
retirar un vehículo camuflado del Grupo de Atracos de la policía nacional, en
plena actuación de este cuerpo, que a punto estuvo de malograr la operación. Pero
especialmente kafkiano en el campo de lo absurdo resultó hace décadas,
-concretamente el día 18 de octubre de 1985-, el episodio vivido por el entonces
presidente del Colegio Oficial de Médicos sintetizado por el diario ABC al día
siguiente del suceso: "Un ciudadano
discute con un policía municipal tras un incidente de tráfico. El ciudadano es
esposado en plena vía pública a pocos metros de su casa, donde iba a almorzar.
Es llevado a la Jefatura de Policía como un delincuente común, aherrojado. Es
detenido durante cuatro horas. Es puesto a disposición del juez, ante quien lo
llevan en un furgón, casi en cuerda de presos. Pues bien, la Policía Municipal
de Sevilla califica esta sarta de situaciones insólitas y gravemente
preocupantes como un hecho normal del servicio de cada día. Es decir, que ello
nos hace pensar que cada día hay ciudadanos que no llegan a su casa a comer
porque en una ciudad donde los tironeros y los delincuentes navajeros campan a
sus anchas la Policía Municipal los esposa, detiene y encierra en un calabozo
por palabras de más o de menos (...). La dureza de la represión no se
corresponde con la levedad de una simple infracción de tráfico (...). El
incidente que comentamos fue felizmente resuelto en gracia a la notoriedad del
ciudadano tratado con vejación. Pero ¿cuántos que no son presidentes del
colegio, sino simples médicos, simples ciudadanos, han pasado por situaciones
semejantes?... Como no podía ser de otro modo, el Juzgado de Distrito 13
absolvió al doctor Rafael Barroso por la atribuida falta de insultos al
soberbio agente de la autoridad. Y así, muchísimos episodios más de desatinos. En
honor a la verdad, justo es reconocer que no todos los policías municipales de
Sevilla ni son así ni, desde luego, -por fortuna- tienen ese comportamiento
mezquino, prepotente e incívico; pero cuatro peras podridas en un saco pueden hacer mucho daño a un colectivo,
por lo que más pronto que tarde ya va siendo hora que las autoridades locales
intervengan para frenar estos episodios que tanto dañan a la ciudad como al
propio Ayuntamiento.
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