Las ideas son universales, atemporales, libres, transferibles. Aunque nazcan de la particularidad, de la singularidad, rápidamente se transmutan y pierden el sentido de la posesión, pues cualquiera puede poseerlas, hacerlas suyas (el vampirismo de ideas al que a veces nos referimos).
En Obtentalia pretendemos ser también un poco así, atemporales, anónimos, sin ubicarnos en un lugar concreto (salvo cuando hablamos de la costa onubense donde está nuestra atalaya, aunque tampoco precisamos su situación), porque queremos ser imagen de esa universalidad de las ideas. Aunque después bajemos a lo particular, a lo concreto a lo práctico, a lo realizable, el origen de la idea, como abstracción, está en lo universal. Pero pensamos que el proceder humano sucede justamente al contrario, de lo particular y singular a lo general y universal.
Incluso las ideas que pueden parecernos desfasadas o superadas, o claramente equivocadas, tuvieron validez en sus orígenes, y pueden seguir siendo pensadas y dar origen a otras nuevas, por lo que, en este sentido, no pierden su universalidad.
Cada idea es un mundo propio que se recrea una y otra vez en su propia imagen.
Por Cástor y Pólux.
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